lunes, 27 de octubre de 2008

¿Qué tengo yo que ver con la Ley de Lenguas?

Supongo que todos, en un momento u otro, hemos caído en la tentación de buscar nuestro nombre en “Google” (imagino que por puro narcisismo), intentando encontrar en la red las opiniones que antes nos daban nuestros amigos... Lo cual me da qué pensar.
Y no puedo evitar sentirme terriblemente desolado, cada vez que siento el deseo de volver a teclear mi nombre en la pestaña de búsqueda… Y es que (yo también me he vuelto un poco huraño, lo reconozco) tal vez sea cierto ese tópico que dice que somos los seres más incomunicados de la sociedad de la comunicación…
Pero no es eso lo que me impulsa a escribir hoy aquí (aunque algo de relación sí que tiene)
Hace un par de meses llegué, por casualidad, a una página (que no voy a nombrar por no hacerle publicidad gratuita) en la que se mencionaba mi primera novela “Bastardos de Dios” para encender una polémica de la que soy absolutamente ajeno.
El asunto es que, tras la presentación de la misma en mi pueblo natal, Benabarre, en la que el ayuntamiento y los benabarrenses se volcaron con todas sus fuerzas, y cuyo recuerdo aún hoy me emociona, se me tachó de antipatriota por no escribirla en catalán (que se supone que, no sé por qué razón, debería ser mi idioma materno), y criticaba a un semanario ribagorzano por haber dado cobertura a dicho acto, y no a la presentación de otro libro, unas semanas después, este sí, escrito en catalán…
Voy a guardarme mi opinión personal sobre la legislación sobre lenguas en Aragón, para no crear más polémica. Lo único que sé es que he vivido treinta años en Benabarre y, hablando en castellano, en catalán, en chapurreado, ribagorzano, o en lo que sea, nos hemos llevado tan bien o tan mal, como en cualquier otro pueblo (incluso con aquellos que defienden la catalanidad del modo más visceral, o con los autores del libro escrito en catalán con los que, dicho sea de paso, siempre he tenido una muy buena relación)
Lo mío es escribir. Y lo hago en el idioma en el que me siento más cómodo, en el que pienso, y en el que me expreso mejor.
Si no recuerdo mal las clases de “Lengua”, el idioma nunca ha sido más que un medio para comunicarse, jamás el mensaje. Y, para mí, la comunicación es lo importante. El resto es secundario. ¡Habladme en catalán, en castellano, en chapurreado, en lo que queráis! ¡Pero no me convirtáis en un renegado de mi pueblo! Mi identidad, ¡gracias a Dios!, no tiene nada que ver con mi modo de expresarme, sino con lo que siento… Y, le guste o no a un bloggero provinciano, soy benabarrense hasta la médula y, además, me siento orgulloso de ello.

No hay comentarios: